La segunda estrella a la derecha y recto hasta el amanecer.. .. .. Éste es el camino que debemos tomar para no crecer jamás. Siempre niños, siempre inocentes, siempre felices. Lo difícil es encontrar a día de hoy una Campanilla que te haga volar.
Ser niños siempre es mucho más fácil de lo que parece. Después de mucho refexionar he llegado a la conclusión de que hay dos cosas en la vida que te mantienen inocente para siempre, tengas la edad que tengas.
La primera de ellas es el algodón de azúcar. Dulce nube rosa que te atrae en todas las ferias. Siempre que pasas cerca de un puesto de chuches te quedas mirando, como hipnotizado, a esa cosa enorme y rosa. No hay nada que produzca más emoción que el momento de acercarte al señor feriante y decirle "Un algodón de azúcar, por favor". Se te llena la boca pronunciando esas palabras y no puedes dejar de observar como esos granitos de azúcar se van convirtiendo en una masa enorme que será tuya, completa y dulcemente tuya.
La segunda de ellas es menos obvia, pero para mí es igual de cierta. Y es que estoy convencida de que las personas no crecen hasta que dejan de pedir croquetas en los restaurantes. ¿Existe algún niño al que no le gusten? Yo juraría que no. ¿Y algún adulto? Probablemente tampoco. Pero cuando te vuelves una persona grande te llenas de reuniones y comidas de empresa. Entonces es cuando empieza a darte vergüenza pedir croquetitas en un restaurante "fino".
En realidad existe una última cosa te indica si en tu interior sigues siendo un niño. Quizás sea la más especial de todas. Y es que cuando eres capaz de ver una "boa cerrada comiendo un elefante" en vez de un simple sombrero sabrás que no has crecido. Afortunadamente.
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